(Publicado por el periódico La Opinión de Málaga el 3 de febrero de 2021)

No parece que la confusión pueda ser una buena alternativa para el debate colectivo de una intervención urbana que precisamente requiere rigor y concreción. Y más aún cuando esta confusión se basa en trucar una realidad que imposibilita su discusión por sus irreales contenidos que impide cualquier debate objetivo. Todo ello genera una cierta confrontación al no diferenciar el análisis del paisaje urbano como percepción visual en su relación con el entorno construido de la ciudad, que requiere además su necesaria «caracterización» ante los muchos y diversos colectivos que la perciben. Se trata de aspectos subjetivos y culturales que es necesario delimitar para entender también las múltiples interpretaciones que se producen en sus diferentes miradas. Por ello, y cuando nos referimos a los impactos urbanos, es evidente que cualquier actuación los tiene como así ha ocurrido en la continua transformación del perfil portuario con respecto a la ciudad a lo largo de su dinámico y continuo proceso histórico. Y todo ello sería necesario analizarlo no solo desde la objetividad de su realidad actual circundante, sino también de las distintas visiones colectivas a los que por sus correspondientes percepciones puede gustar o no gustar la propuesta del Hotel. No existe por tanto una visión única o exclusiva que pueda apropiarse unilateralmente de la realidad construida, y por ello es legítimo que se manifiesten tanto los que tienen una opinión favorable como los que opinan en contra por esas diferentes percepciones que se producen del nuevo paisaje que genera la propuesta.

Lo que no parece en ningún caso correcto es trucar la visualización de la propuesta mediante manipuladas imágenes que intentan obtener adhesiones con las que confeccionar sus interesados manifiestos. Así podemos comprobar cómo la relación visual de la propuesta del Hotel con respecto a la Farola del Puerto se falsea presentando una imagen en donde ambos elementos aparecen en el mismo plano anulando uno de los conceptos básicos de la geometría de la perspectiva como es la distancia existente entre ambos elementos y ni tan siquiera corresponde con la actual propuesta, o la que relaciona al Hotel con el conjunto de las Torres de la Malagueta manipulando su altura para exagerar descaradamente esa relación visual que en nada se parece tampoco a la realidad de la propuesta. 

 

Esas falsas imágenes acaban convirtiéndose en distorsionadas versiones acomodadas siempre a los objetivos de quienes la generan. A partir de ahí comienzan a producirse las adhesiones de quienes, sin duda, aún con su indudable buena intención, no dejan de conformar la masa de apoyo que requiere quien intenta legitimar su falsa versión intentando mediatizar el pensamiento de quienes la reciben. Por ello es necesario desmontar estos trucajes para que no se conviertan en falsas verdades que intenten convertir el proyecto del Hotel en un elemento de confusa confrontación al margen de sus contenidos, arrogándose además una aparente mayoría que unas pocas firmas no pueden refrendar ni apropiarse de su realidad. 

 

Llegado a este punto ya no interesa tanto que la concesión del proyecto se haya realizado por un Concurso de la Autoridad Portuaria en base a la Ley Estatal de Puertos sobre un suelo que es de su propiedad sin perder nunca su carácter público y por tanto no sea posible la especulación urbanística y menos su corruptela, ni tampoco tener en consideración el largo y complejo control administrativo realizado por todas las administraciones del Estado sin que se puede producir el retorcimiento de sus normas y menos aún ningún tipo de ilegalidad, ni tan siquiera que el Pleno Municipal haya reiterado su rechazo a una consulta popular del proyecto sin que exista ningún precedente similar ni cabida administrativa que la ampare. En definitiva, no se plantea tanto analizar en profundidad las condiciones del proyecto y su entorno, ni tan siquiera su veracidad argumental en la que se apoya, sino arrogarse la potestad de controlar un proceso bajo la simple presentación de una falsa verdad que apoyándose en su capacidad mediática le procure esos apoyos para conseguir objetivos ajenos al propio contenido real de la propuesta. Quizás haya que dejar que sea el tiempo quien pueda verificar el cumplimiento de las exigencias legales que requiere todas sus determinaciones como garantía de su viabilidad legal y administrativa.  

José Seguí Pérez

Arquitecto